Nuestra presentación toma en consideración algunos de los recientes acontecimientos en España y su conexión con el reciente movimiento de Black Lives Matter y en particular de la tendencia en los Estados Unidos así como en el reino unido, de retirar o a veces incluso destrozar la estatua y los monumentos dedicados a figuras políticas o a individuos aclamados en el pasado pero hoy en día claramente relacionados con el racismo o la dictadura.
El 15 de septiembre en España fue aprobada la nueva ley de memoria histórica que permite anular las condenas y sentencias emitidas por el franquismo. Después de un par de días de la aprobación de esta ley, la estatua del que fuera presidente del Gobierno en la República, el socialista Francisco Largo Caballero, ubicada en Nuevos Ministerios, ha amanecido vandalizada con las pintadas de «Asesino» y «Rojos no».
En el corso del análisis de estos acontecimientos confrontamos artículos procedentes de dos diferentes cotidianos: El País y la Razón, identificamos el primero como más progresista y orientado a la izquierda, el segundo, en cambio se identifica más con la derecha política española.
Hace unas semanas, cuando la estatua de Largo Caballero fue vandalizada, la cuenta de Vox compartía la imagen de la pintada con una amenaza: “Derogad la Ley de Memoria Histórica. Primer aviso”. El artículo de El País subraya que si el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, admite la propuesta de Vox de retirar a los ministros socialistas de la II República Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero del callejero de la ciudad, tendrá que demostrar que estuvieron directamente involucrados en fusilamientos extrajudiciales durante la Guerra Civil.
Para Labrador Méndez-Germán, el autor de Letras arrebatadas, la postura de Vox es una “venganza” por la retirada de los últimos símbolos franquistas en la legislatura pasada. De otro lado, algunos de los artículos de La Razón, proponen otra perspectiva. En esos se afirma que Largo Caballero llegó a la dirección del socialismo e inmediatamente se dedicó a purgar la organización, a armar la revolución y a desestabilizar el régimen. Afirma que su historial no es precisamente el de un demócrata ni garante de los derechos humanos.
En conclusión, reconocemos que los dos cotidianos tienen perspectivas muy contrastes en la lucha entre la derecha y la izquierda con el movimiento de derribar las estatuas de figuras políticas aclamadas con la dictadura y el socialismo.